jueves, 31 de agosto de 2017

Polaris World Murcia 95-90 TAU Cerámica. J. 19 2006/2007


Cuando uno piensa en el concepto de periodista deportivo, lo lógico es pensar en cierta medida en personas afortunadas. En personas que de primera mano viven, transmiten y analizan gestas, hazañas y sorpresas. En profesionales que no pueden perder la compostura ante lo imprevisible, ante lo nunca antes acontecido. En definitiva, gente que escapa de la rutina en el más peyorativo de sus significados. Sin embargo, nada habría en la temporada 2006/07 más rutinario que informar del Polaris World CB Murcia en sus partidos lejos de Murcia (si es que alguien lo hacía). Hasta la disputa de la jornada 18, el balance del equipo entonces entrenado por Manolo Hussein era de 2-8 en sus partidos disputados fuera del Palacio de los Deportes, la mayoría de ellos perdidos por margenes holgados y sin opción de competirlos.

Dos pírricas victorias, en Alicante y Menorca, era el botín que había sacado el equipo como visitante hasta la fecha. Y esas dos serían las únicas a lo largo de la temporada puesto que en toda la segunda vuelta no se consiguió ganar fuera de casa. 

No es difícil, por lo tanto, ponerse en la piel de esos periodistas errantes. No es difícil imaginar su ánimo (o más bien, la falta del mismo) ante la perspectiva de recorrer cientos de kilómetros, narrar o hacer una crónica de un partido finiquitado desde el primer cuarto y deshacer todos esos kilómetros con la certeza de que 2 semanas después la historia volvería a repetirse.

La última semana de Enero de 2007 no tuvo que ser fácil en el Polaris World CB Murcia. Una sonrojante derrota por 83-64 contra el GBC (una de los peores equipos de la Liga) había acabado por agotar la paciencia de una afición cansada y confusa ante la evidente diferencia del nivel mostrado por el equipo en los partidos como visitante respecto a los partidos como local. Recuerdo ver el partido por 7RM y llegar a pasarlo mal a partir del tercer cuarto, cuando la ristra de excusas se les acababa a los comentaristas (que tendrán su propia entrada más adelante), y que en cualquier momento parecía que iban a quitarse los cascos y abandonar sus puestos a la carrera.

Plantilla y entrenador estaban en el punto de mira durante esa semana de Enero. Y siguiente rival que visitaba Murcia no era el mejor en una situación como esa. Llegaba el TAU Cerámica con una de las mejores plantillas que la ACB han visto nunca: Scola, Prigioni, Rakocevic, Teletovic y Splitter, entre otros. Un equipo impresionante, una conjunción de talento muy difícil de ver fuera de Barça o Real Madrid. Ese año el TAU quedó apeado en semifinales del playoff por el Barça (que había hecho una Liga Regular bastante discreta) y se quedó a las puertas de la final de la Euroliga, pero la perspectiva de lo que fue ese equipo nos la dan las trayectorias posteriores de esos jugadores, con roles muy importantes en la NBA, la Euroliga y con las selecciones. Según estos jugadores han ido demostrado su nivel con el paso de los años, más inverosímil parece lo que habría de acontecer aquel 28 de Enero de 2007.

Yo contaba por entonces con 21 años. Entre las muchas insensateces que se cometen a esa edad, una de ellas era que los amigos con los que iba a los partidos y yo teníamos la costumbre de sentarnos en la grada alta. Justo en la época con menos respaldo social de la historia del club (al menos en ACB), cuando las gradas del Palacio de los Deportes presentaban un aspecto gélido y desolador, cuando era posible llegar 5 minutos antes del inicio del partido y sentarse en primera fila, nos gustaba ponernos en grada alta. En lo más alto de la grada alta. Gente muy extraña pululaba por esos lares. La selección natural que supone tener que subir las escaleras, hacía que se juntasen los dos extremos del espectro de posibles asistentes a un partido en esas filas: Gente extremadamente desubicada que seguía a rajatabla el asiento que indicaba la invitación de turno, o bien gente que lo tenía muy claro. Insensatos como nosotros.

Aquella mañana nada más sentarnos advertimos que ni Terrell Myers ni Marcus Fizer estaban haciendo el calentamiento con el resto del equipo. "Tíos, tios, que no juegan ni Fizer ni Myers, ¿qué les pasa?" Y como respuesta una mueca de "¿como voy a saber qué les pasa si hace 10 horas te estabas tomando las cervezas a mi lado?"

Uno siempre va al Palacio con cierto optimismo ante un rival de entidad, esperando dar la sorpresa pero al mismo tiempo poniéndose la venda antes de la herida, en caso de caer derrotados. Pero con aquellas dos bajas (más la de Howard Brown), pensar en sacar algo contra el TAU era demasiado atrevido. Y con 21 uno no se resigna a disfrutar de Prigioni o Scola, aunque jueguen en el equipo contrario. Me gustaría recordar como afrontamos la cuenta atrás en el calentamiento (siempre llegábamos un cuarto de hora antes por aquella época) hasta el salto inicial, pero me es imposible. Solo puedo conjeturar, pero conjeturo como persona de 32 años, no de 21.

El inicio del partido fue clave. Goran Dragic, que por entonces ya estaba muy cuestionado (tan cuestionado que pocas semanas después acabó llegando el entrañable Vetoulas), jugó en esos 10 primeros minutos su mejor baloncesto con nuestra camiseta. En ese rato demostró las cualidades que lo habían hecho fichar precisamente por el TAU Cerámica (y que nos cedió a nosotros). En esos 10 minutos anotó 11 de los 14 puntos que anotó en todo el partido, casi todos ellos en situaciones de penetraciones al aro para asombro de la grada y desesperación de Perasovic (el entrenador de Baskonia). Dirigió con criterio un ataque que tenía lesionadas sus principales referencias ofensivas y dejó de ser el agujero defensivo bisoño e ingenio que hasta ese momento había demostrado ser (y que volvió a ser a la siguiente jornada).

Acabamos el primer cuarto con 7 puntos de ventaja (24-17) y recuerdo lanzar uno de mis certeras e infalibles predicciones: "Si queremos tener alguna opción, tenemos que llevar el partido a un tanteo bajo porque ellos tienen muchos más recursos ofensivos". El tanteo del siguiente cuarto fue de 29-26, dando en el clavo en mi profecía. Al descanso llegamos con una ventaja de 10 puntos (53-43). La gente se frotaba los ojos y si bien estaba muy satisfecha con la primera parte, daba rabia pensar en que en el momento clave nos iban a fallar las fuerzas con una rotación tan corta. Hussein utilizó para aquel partido a 7 jugadores (más los testimoniales 13 segundos de Pedro Fernández). Triguero, Robles, Risacher, Thompson y Dragic jugaron aquel día más de 30 minutos. Alguno de ellos ni había rotado antes del intermedio.

Sinceramente, poco recuerdo del partido antes del descanso. Pero de los dos últimos cuartos hay dos cosas que no se me van a olvidar en la vida: Una de ellas fue la exhibición de Mirza Teletovic desde la línea de 3 puntos. Las estadísticas dicen que anotó 6/11 en esa posición, pero desde la grada pareció mucho más. TAU resistió en el partido hasta el final a golpe de triple de Teletovic. Nuestros puntos no eran tales, eran pequeños milagros que salían de las manos de Risacher o Robles. Pero Teletovic respondía con apenas 8 segundos de posesión consumidos de forma inmisericorde e implacable. Y cuanto más anotaba y desde más lejos, más braceaba la grada de desesperación. Muchos jugadores han pasado desde entonces por el Palacio que han hecho mucho mejores números, pero aquella exhibición de Mirza Teletovic es inolvidable. Esa sensación de ser absolutamente imparable y de resignarse cuando el balón salía de sus manos hacia canasta.

El otro hecho inolvidable de aquel partido fue la irrupción de Oscar García. Hasta aquel momento Oscar García nos parecía como el chaval que no sabes muy bien como ha llegado allí, un tipo afortunado. Como el bajista de una banda con mucho éxito que no aporta nada en las composiciones pero que igualmente gana una fortuna y hace giras multitudinarias. Aquel día nuestra percepción cambió, al menos temporalmente (hasta que unas temporadas después casi lesiona a Pedro Robles jugando con Lleida en el Palacio). Hussein, necesitado de una rotación extra para dar aire a sus interiores, le dio 11 minutos en pista. En ese tiempo cometió 4 faltas personales... Perdón, le pitaron 4 faltas personales. Hizo muchas más, pero afortunadamente no se las pitaron (para desesperación de Scola). Y anotó 2 triples de 3 intentos. Dos triples celebrados casi como el gol de Iniesta. Por la grada, por supuesto. Pero también por él. Dos triples imprevisibles, salidos de la falta de atención del TAU. ¿Por qué iban a detenerse los entrenadores del TAU en hacer scouting de un tío que apenas jugaba? Nadie podía imaginar que Oscar García desde la esquina tenía una fiabilidad parecida a la de Jeff Hornacek (como demostró en las temporadas siguientes). Pero el primer triple fue mucho más espectacular. Frontal y punteado por Scola. Oscar García clavándole un triple en la cara a Scola.

6 puntos anotó Oscar García aquella mañana. Y por 5 puntos gano el CB Murcia. No podía explicarse de mejor manera el papel fundamental que tuvo en aquella victoria.

Mientras escribo esto me viene a la memoria un recuerdo muy concreto de aquel partido. Tras una gran defensa nuestra durante 23 segundos, Fred House clavó sobre la bocina un triple a 8 metros que los ponía a un punto. Ahí se apoderó de mi un pesimismo que Oscar Garcia primero y Risacher después, borraron de un plumazo con 2 triples seguidos.

Hasta el final del partido busco el TAU la remontada, pero al final la gesta se consumó. Yo no se que sentirán los seguidores de los equipos grandes al ganar la Liga o la Copa (lo que se espera de ellos), pero me cuesta imaginar un entusiasmo mayor por cualquier victoria que la que se veía en la gente al bajar las escalinatas. Aquel partido hizo a mucha gente volver atrás en el tiempo y rememorar cuando a principios de los 90 los grandes perdían en Murcia y era una cancha temida y respetada. En cierto modo, aquella victoria contra el TAU no era una forma de mirar con optimismo al futuro, si no una forma de volver al pasado. Un guiño al tiempo en el que la masa social hacia que el Palacio se quedase pequeño e incluso una temporada fuésemos la mejor afición de toda la Liga.

Y como yo había previsto, ese partido solo fue posible ganarlo llevándolo a un tanteo bajo. Un rácano 95-90.


Estadísticas del partido.

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